El día 19 de noviembre de 1985, en medio de un clima de protestas ciudadanas en Valparaíso y todo Chile, y producto de una riña entre reos comunes y presos políticos fue asesinado en la ex Cárcel Pública el joven estudiante de la Universidad de Playa Ancha Gonzalo Muñoz Aravena.
El hecho de sangre fue alentado por los servicios de seguridad del gobierno militar que pagaban informantes entre los reos comunes y promovían hostilidades permanentes contra los presos políticos, la gran mayoría, jóvenes y estudiantes que por diferentes motivos y en gran número poblaban un sector de la antigua cárcel de Valparaíso.
La muerte del estudiante permitió decantar la calidad especial de los presos políticos que debido a la gran presión ciudadana y mundial lograron ser separados de los presos comunes hasta su extinción durante los primeros meses del año 90 cuando llega la democracia al país.
La película toma las palabras de cinco ex - presos políticos, quienes fueron testigos del asesinato y relatan su experiencia tanto de su calidad de presos como de amigos de Gonzalo Muñoz.
Esta es una mirada luego de 20 años a uno de los sucesos que marcó la lucha estudiantil contra la dictadura en Valparaíso y permite visualizar la importancia de muchos anónimos jóvenes que entregaron su vida y su libertad para enfrentar la represión de la dictadura del General Pinochet.
1 comentario:
Recuerdo el funeral de Gonzalo. El Chilote y yo íbamos en la primera fila después de los estibadores, cuando los pacos cortaron el camino y los portuarios se pusieron a tirar piedras. De ahí salimos arrancando hacia la Plaza Victoria y entre todo el despelote de pronto quedé sola, es decir, sin amigos entre un mar de otra gente común y silvestre atrapada en los eventos del día. Compartí un cigarro con una señora... que seguramente tenía la edad que yo tengo ahora, escondidas entre dos camiones, con pacos corriendo por ambos costados. Nunca antes había visto tal despliege de gas lacrimógeno. Todo el centro de Valparaíso estaba prácticamente cubierto por una nube gris e irritante.
De ahí me subí a una camioneta llena de estudiantes, que paró sin que yo le hiciera seña alguna. Luego me cambié a un bus de esos verdes que iba para el cementerio, en que iban algunos conocidos, ya no recuerdo quiénes. Antes del cementerio nos pararon los pacos y obligaron al bus a volver por donde había venido, pero los que íbamos al funeral nos bajamos y seguimos corriendo hacía el cementerio.
Llegamos a una población y los pobladores nos ayudaron a pasar a través de sus modestas viviendas y patios, hasta que llegamos a la parte trasera del cementerio. Otro poblador nos pasó una escalera y empezamos a meternos al cementerio por encima de los nichos. El Huevo Ríos (qué habrá sido de él?) estaba ahí y alcanzó a pasar antes que llegaran los silones y nos obligaran a emprender el vuelo a punta de gas lacrimógeno. De ahí me fui para la casa. No había más que hacer.
/Elena, ex-alumna Universidad de Playa Ancha 1982-1986
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